lunes, 6 de julio de 2009

Sobre la represión

Alguna vez ya hablamos de las protestas y sus legitimaciones. Ahora veamos el tema de las represiones.
La represión es el proceso por el cual se intenta apagar una protesta. Y de tal modo la legitimidad de la represión dependerá de la de la protesta.
Pero mas allá de esto, ya habiendo analizado las protestas debemos ver como es el tema de la represión desde sí.
Una represión también es en defensa de un proyecto, pero esta vez no desde la civilidad sino desde el poder político mismo. Entonces la represión que se lleve a cabo estará determinada en su validez, dependiendo de su para qué.
Para saber esto nos centraremos en acertar cual es el objetivo al que podría apuntar un gobierno tal.
Hay dos clases bien definidas, la clase conservadora y la progresista.
Y ninguna es buena o mala si no le colocamos contenidos a sus pedidos.
El progresismo no es bueno por progresista, sino por lo que busca con su proceder, e igualmente el conservadurismo.
Esta bien ser conservador si lo que quiero conservar es un estado de bienestar dado, mas no tanto si lo que conservo es un estado de desigualdad. De tal modo, hoy prácticamente todos los conservadores del mundo son injustos porque lo que quieren es congelar el estado de injusticia que caracteriza a las sociedades modernas y tradicionales.
El poder político puede venir del mandato del pueblo o no, y puede ser a favor del pueblo, o no. Es tan así que estas dos dicotomías no necesariamente se corresponden. El pueblo puede elegir alguien que le perjudique (Y de esto sobran ejemplos-Menenem), y puede que lo beneficie alguien que no elige (también hay ejemplos-Mariano Moreno).
Pero igualmente, siempre y en todos lo casos, el que acepte o no a un gobierno, termina siendo el pueblo. No como totalidad, sino como mayoría. Y aquí viene a colación el tema de la represión. Puesto que mientras el apoyo popular no sea avasallador y cuasi unánime en contra de un gobierno estatal, la represión será muy útil para mantener el estado del proceso. Y se intentará imponer por la fuerza lo que no acepta el protestante. Llevando a la masa poblacional al miedo y al sometimiento del despotismo mas violento. Y asi el pueblo aceptara en su amplia mayoria a un gobierno, ya no por estar de acuerdo, sino por miedo.
Esto demuestra que el gobierno de Micheletti esta por fuera de lo que consideraríamos bueno, puesto que es ultraconservador.
Mas allá de esa obviedad, lo que mas destroza al proyecto conservador de este gobierno de facto, es su discurso que dice no ser lo que es, a diferencia de su oponente. Están diciendo ser democráticos, aun mas democráticos que la democracia, y mas legales que la ley.
Y están diciendo defender a un pueblo del cual hace un rato mataron a un niño y a otro manifestante, hiriendo y secuestrando a periodistas, cerrando canales. En fin, mintiendo descaradamente.
Así es que este gobierno ilegitimo de Honduras, esta reprimiendo de un modo que creíamos en el pasado, y que causó la desaparición de 30.000 personas en Argentina y otras miles en el resto de América Latina. Y no solo eso, pues esta vez dicen ser democráticos.
Esto me recuerda a los piquetes del campo cuando decían que se los reprimía desde las fuerzas del estado, y nunca hubo mas heridos que los de las mismas fuerzas de seguridad.
La represión es algo definido, mas alla de los significados y distorsiones que se le pongan de acuerdo a las conveniencias.

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Nuestra oportunidad histórica

Se ve llegando al fin el hecho sin precedentes de la independencia latinoamericana, pues al fin seremos dueños de nuestra propia secundariedad, curados ante el tiempo próximo de toda afección aquileica y una hibris en las entrañas capaz de lograr en la humanidad un renacer sin precedentes que se hace necesario con urgencia ante el hedor de la podredumbre del geriátrico europeo donde los siglos de vanguardia han llegado manifiestamente a su fin. Ante la filosofía senil de la decadente civilización occidental se levanta el espíritu plenamente subjetivo y carnal de las tierras del sur. Miren la fortaleza de nuestros lazos interpersonales, observen el amor que aquí se profesa; No hay como aquí; Gentes hermosas, llenas de esperanzas, que precian sus vidas al punto de no comprender cosas del tipo “somos la nada en el mundo”, “nada tiene sentido”, pues aquí la salud y la juventud rebasan el alma. No tenemos aquí altísimos índices de suicidios, tenemos nuestra gente a la que amamos, y solo por ellos tiene sentido apagar nuestras vidas; Su individualismo, su sociedad disociada, fácilmente sucumbirá a la primera de nuestras embestidas, y hasta nos lo agradecerán.