jueves, 16 de julio de 2009

Los countries

Siguiendo el tema de las murallas hay uno que es el de las internas.
Las murallas internas son las encargadas de sostener en tranquilidad a los dueños de las cosas mientras devastan lo que los rodea y sumen en la pobreza a sus compatriotas.
Y hay que reconocer que su afán de bienestar es justificado por un tipo de moral que los caracteriza y que consiste en culpar a los pobres como exclusivos responsables de su propia pobreza y por lo tanto de las consecuencias de esta. De tal modo sus almas están limpias y sus acciones en pos de fortalecer el sistema de exclusión quedan plenamente justificadas.
Una sociedad, como cuerpo, debe funcionar y desempeñarse en una interrelación constante y aceitada entre todos sus miembros, y todos unidos tienen en democracia representantes que los personifican como un cuerpo. Sin embargo en el capitalismo moderno de nuestra Latinoamérica, esto no funciona así, sino que los mas ricos se ocultan tras murallas que los aíslan de su sociedad (disociada por cierto) y por lo tanto de los problemas comunes.
Mas allá de que algunas alas ciegas y tercas del progresismo lo nieguen, es conocida y evidente la relación cercanísima entre delincuencia callejera y la pobreza. Y eso es un problema grave de nuestras sociedades latinas. Y no es como pretenderían los conservadores, un problema en si mismo desde si mismo, sino que solo es un reflejo en la superficie de la sociedad de problemas mucho mas profundos y estructurales, como la desigualdad, el desamparo, la discriminación, la necesidad, la aculturización, entre tantas patologías que padecemos.
De ese modo lo que proponen los beneficiados del sistema, no es quitar dinero de sus bóvedas y redistribuir, sino aumentar los ejércitos de vigilancia, incrementar las penas, poner medidas preventorias contra los sospechosos (famosa portación de rostro), leyes mas rígidas, etc. pero no creamos que esto termina aquí, puesto que como seguimos vivos, los que tienen mas deben mantenerse en su lugar, y si es posible necesitan crecer un poco mas, de modo que también promueven ajustes salariales, flexibilización laboral, libre mercado, y todo tipo de medidas que van en contra de la añorada seguridad. Entonces si, toman la medida mas antigua, el murallón.
¡De qué se quejan! Es terrible que se quejen. Los countries al aislarlos de la sociedad hacen que los efectos del malestar no lleguen a sus calidas moradas, y que la delincuencia, como reacción natural a un problema al que es urgente la necesidad de dar remedio, se salga de madre y todos nos perjudiquemos.
Salimos a la calle, pero aquellos que han destrozado mi ciudad con su concentración de riqueza se encierran y se hacen los desentendidos.
Hay que prohibir por ley la existencia de esos asentamientos, porque son los que anestesian el cuerpo de este organismo que componemos todos juntos y no lo dejan sufrir los dolores necesarios para advertir a tiempo la herida para que no se infecte, o la enfermedad para tomar las medidas necesarias. (Siete u ocho barrios cerrados para Río cuarto son un crimen que me afecta directamente, así que sí, es problema mío y otras ciudades estan en peores situaciones)

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Nuestra oportunidad histórica

Se ve llegando al fin el hecho sin precedentes de la independencia latinoamericana, pues al fin seremos dueños de nuestra propia secundariedad, curados ante el tiempo próximo de toda afección aquileica y una hibris en las entrañas capaz de lograr en la humanidad un renacer sin precedentes que se hace necesario con urgencia ante el hedor de la podredumbre del geriátrico europeo donde los siglos de vanguardia han llegado manifiestamente a su fin. Ante la filosofía senil de la decadente civilización occidental se levanta el espíritu plenamente subjetivo y carnal de las tierras del sur. Miren la fortaleza de nuestros lazos interpersonales, observen el amor que aquí se profesa; No hay como aquí; Gentes hermosas, llenas de esperanzas, que precian sus vidas al punto de no comprender cosas del tipo “somos la nada en el mundo”, “nada tiene sentido”, pues aquí la salud y la juventud rebasan el alma. No tenemos aquí altísimos índices de suicidios, tenemos nuestra gente a la que amamos, y solo por ellos tiene sentido apagar nuestras vidas; Su individualismo, su sociedad disociada, fácilmente sucumbirá a la primera de nuestras embestidas, y hasta nos lo agradecerán.