miércoles, 29 de julio de 2009

Montonero Obama ¡Renuncie!

Titula Clarín: Robert Kiyosaki: "Obama le da dinero a la gente y es lo peor que puede hacer" Aquí el vidéo.
Estos hombres son los que llamo burgueses de primer orden, y se caracterizan por una ciega defensa del sistema capitalista, tan enérgica como la de los nuestros (los de segunda, subordinados la los primeros en relación de vasallaje).
Psicológicamente, el hombre tiende a sacarse las culpas de las derrotas y tomar como propios los meritos del éxito. Por lo tanto en el darwinismo social que tiene de fondo el sistema capitalista liberal, los que están en la punta de la pirámide sostienen que están ahí porque lo merecen y no por ningún favoritismo.
Claro que se olvidan del proteccionismo con que surgió y se mantiene la economía norteamericana, y sumado eso al asistencialismo del estado dirigido a los pobres millonarios, que siempre están necesitando de algún subsidio, alguna flexibilización laboral, o alguna invasión por ahí.
Kiyosaki se hizo famoso por sus libros sobre como enriquecerse, de los cuales vendió nada menos que 26 millones.
Esta ceguera sobre el origen de la riqueza propia es la que permite que en la conciencia de un individuo quede justificada la miseria de otro por falta de aptitud, cosa terrible que no es en el fondo mas que un Nazismo económico, en el que el dinero que uno posea será la calidad de la humanidad con que esta constituido. Porque el otro no es apto, esta bien que sufra hambre, mortalidad infantil, analfabetismo, falta de techo, entre otras calamidades que ven desde las ventanas de sus lujosos apartamentos.
Recordemos que según Weber el capitalismo surge como fe religiosa, esto es como prueba de la bienaventuranza del individuo frente a Dios. Y la riqueza es de ese modo, para el propietario una prueba de su superioridad, de modo que aunque haya heredado sus propiedades, de algún modo se convencerá de su superioridad como mortal.
Su aferramiento al sistema es mas que económico, es religioso y es el sostén del valor que el burgués se da a sí mismo. Es una fe que como tal se basa en pruebas seleccionadas para justificarse, y su impulso no es racional porque no existe motivo para que alguien quiera para él solo, mas dinero del que pueda gastar en su vida.
De tal modo en esta lucha por la justicia social es necesario tener en mente que para el opresor, toda barbaridad y todo acto brutal que lleve a cabo, no es más que una acción legítima destinada a conservar la justicia reinante y preservarla de los impíos e hilachentos desposeídos y sus subversivos defensores. Que nadie crea que estos personajes como Kiyosaki, o nuestros queridos oligarcas tengan el mínimo remordimiento en su conciencia después de tanta ruina esparcida sobre las masas, porque para ellos el populacho es populacho porque así debe ser y porque Dios y/o la providencia han alumbrado solo a los elegidos (ellos).
Y así es que un día llega a nuestro país un tal señor Kiyosaki y le dice a un babeante medio de difusión que Obama esta haciendo injusticia al ayudar a los desposeídos, cosa que aunque inentendible en primera instancia, puede vislumbrarse su porqué viendo un poquito mas a fondo.
(Y… algún palito a nuestro gobierno peronista hay en ese titulito de la nota, je, obvio)

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Nuestra oportunidad histórica

Se ve llegando al fin el hecho sin precedentes de la independencia latinoamericana, pues al fin seremos dueños de nuestra propia secundariedad, curados ante el tiempo próximo de toda afección aquileica y una hibris en las entrañas capaz de lograr en la humanidad un renacer sin precedentes que se hace necesario con urgencia ante el hedor de la podredumbre del geriátrico europeo donde los siglos de vanguardia han llegado manifiestamente a su fin. Ante la filosofía senil de la decadente civilización occidental se levanta el espíritu plenamente subjetivo y carnal de las tierras del sur. Miren la fortaleza de nuestros lazos interpersonales, observen el amor que aquí se profesa; No hay como aquí; Gentes hermosas, llenas de esperanzas, que precian sus vidas al punto de no comprender cosas del tipo “somos la nada en el mundo”, “nada tiene sentido”, pues aquí la salud y la juventud rebasan el alma. No tenemos aquí altísimos índices de suicidios, tenemos nuestra gente a la que amamos, y solo por ellos tiene sentido apagar nuestras vidas; Su individualismo, su sociedad disociada, fácilmente sucumbirá a la primera de nuestras embestidas, y hasta nos lo agradecerán.