viernes, 26 de junio de 2009

Detrás de la democracia


Para las elecciones del día domingo hay un par de cuestiones que aclarar, porque tenemos en el país algunas particularidades propias del carácter de los sectores en pugna. Una de ellas es el espíritu democrático. Y este no se demuestra solo con votar en el congreso o votar en las elecciones, sino en aceptar los dictámenes del congreso y las elecciones.

En Argentina se destacan como protagonistas, dos sectores bien definidos. Uno históricamente democrático, y el otro históricamente antidemocrático.

Recordemos que por los años de Saenz Peña, se logró la aprobación del voto universal, solo porque era el mal menor, y no por convicción popular. "Mejor hacerlos creer que los representan por medio del voto y no aguantarnos todas las rebeliones." A la democracia en estas tierras no la instauro el “demos” (Pueblo), sino los que tenían desde antes el poder. De otro modo, quién podría decidir tal cosa que no sea quien manda.

Igualmente, a este régimen nuevo, se lo puso explícitamente, aunque no jurídicamente, bajo la mirada aprobadora o reprobadora del viejo régimen, que tenía su brazo fiel en las fuerzas armadas.

Y esa mirada continuo hasta la ultima dictadura, (acogida, por mas que no le guste a muchos) con beneplácito por gran parte de la nación. Pero las acciones nefastas de su mandato, hicieron decaer gravemente la imagen de este brazo duro de la civilización, bien peinada, de bien hablar y de educación rígida.

Resulto así que el país logro hasta hoy una perdurabilidad democrática, la más larga de nuestra historia. Sin embargo, más allá de la mala imagen de su brazo vigilante de las buenas costumbres, el sector propietario, continua siendo en su convicción sectaria, el mayor poseedor de verdades fundamentales, aun sobre la ley fundamental democrática de la constitución (o sea ven a la política actual de la misma manera en que la concibieron ellos mismos) y de tal manera la democracia es aprobada por los verdaderos poderosos en tanto y en cuanto respete la superioridad de la ley de la buena gente que es anterior.

Cuando la concibieron como mal menor, lo hicieron para que hubiera siempre una apariencia de popularidad en los gobiernos, y no una real representatividad. De modo que no pueden soportar que una herramienta puesta por ellos mismos sea utilizada en su propia contra.

Qué hubiera sucedido si el gobierno ganaba por la 125, qué sucede si el gobierno gana el domingo.

Quién es democrático y quien no, Cuál es la ley fundamental de la republica.

El lunes veremos traslucirse algunas respuestas a estos interrogantes.

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Nuestra oportunidad histórica

Se ve llegando al fin el hecho sin precedentes de la independencia latinoamericana, pues al fin seremos dueños de nuestra propia secundariedad, curados ante el tiempo próximo de toda afección aquileica y una hibris en las entrañas capaz de lograr en la humanidad un renacer sin precedentes que se hace necesario con urgencia ante el hedor de la podredumbre del geriátrico europeo donde los siglos de vanguardia han llegado manifiestamente a su fin. Ante la filosofía senil de la decadente civilización occidental se levanta el espíritu plenamente subjetivo y carnal de las tierras del sur. Miren la fortaleza de nuestros lazos interpersonales, observen el amor que aquí se profesa; No hay como aquí; Gentes hermosas, llenas de esperanzas, que precian sus vidas al punto de no comprender cosas del tipo “somos la nada en el mundo”, “nada tiene sentido”, pues aquí la salud y la juventud rebasan el alma. No tenemos aquí altísimos índices de suicidios, tenemos nuestra gente a la que amamos, y solo por ellos tiene sentido apagar nuestras vidas; Su individualismo, su sociedad disociada, fácilmente sucumbirá a la primera de nuestras embestidas, y hasta nos lo agradecerán.