
El trayecto del que hablaremos es muy largo, y comienza allá por el 42 mil a.p. (Antes de Perón).
Algunos investigadores procedentes del cristianismo habían aventurado la idea de que se trataba de una de
las diez tribus perdidas de Israel tras la invasión de los asirios, pero ante esta tesis, surgió luego la referida a unas tribus siberianas que habrían cruzado el estrecho de Bering en épocas de la glaciación.
Sin embargo, mas allá de todas estas hipótesis, hay una coincidencia entre los profesionales en que, de toda América, es en el sur donde se encuentran las ruinas mas antiguas. La cuestión es que de algún lado, un día llegó gente, y que meses después nació el primer americano, ya con señas que podrían llamar la atención al lector contemporáneo, y me refiero a gronchadas como tomar con todos de un mismo jarro, o mear en cualquier lado.
Cabe recordar que en América el hombre siempre fue hombre, nada de hombres monos ni cosas por el estilo, eso fue en otros lugares. Los gorilas llegaron miles de años mas tarde, aunque ellos mismos vieran siempre a los primeros como prehumanos.
El tema es que tras varios años de corretear para todos lados, mas o menos en el siglo VI a.p. se produce en un pueblito llamado Cuzco (que significa nada menos que “el pupo del mundo”) el surgimiento del primer gran movimiento protojusticialista, que llamativamente compartía muchas características con la actualidad del propósito nacional y popular, y esto es, unión latinoamericana (aunque en aquel tiempo si no era por la buenas era por las malas), pan y trabajo para todo el pueblo (en aquel tiempo el pueblo trabajador participaba de mas del 50% de la renta nacional), y adoración al jefe (el primero de ellos,
Manco Cápac, antepasado del actual gobernador de la provincia mas grande del país), casado con la carismática y populista
Mama Ocllo, amada por toda la negrada del
Tahuantinsuyo.
Lamentablemente, como el mundo es trágico, un día llego desde el otro lado del agua grande un contingente de gorilones que inmediatamente empezó a hacer negociados con espejitos de colores y boludeces por el estilo.
Siempre muy católicos, miraban a los impúdicos nativos con desdén y altanería, a pesar de lo indiscutible de la superioridad de la indumentaria nacional, mucho mas cómoda y libre.
Y bueno, luego de traicionar al líder, un tal
Francisco Pizarro, se hizo con el poder y lo asesino sin piedad luego de cobrar el rescate más alto de la historia de la humanidad (tres habitaciones de 7 x 5 metros, una llena de oro, y dos llenas de plata).

Y aquí empieza la época mas nefasta y terrible que haya sufrido la humanidad, tanto que ni aun el holocausto del pueblo judío podría compararse, y estamos hablando de la muerte de unos 60 millones de personas, que bajo la cruz y la espada vieron el verdadero Apocalipsis bajo la codicia de la “civilización” que “erradicaba la barbarie”.
Pero bueno, ese es un tema serio y que da para largo, la cuestión es que aun tras muchos años y años, el espíritu popular resurgió de la mano del gran
Tupac Amaru II, que logrando amontonar un
aluvión zoológico de más de 100 mil compañeros, puso en vilo al omnipotente virreinato del Perú, que ante semejante peligro, procuro derrotarlo con su ejército equipado con el último armamento y en condiciones infinitamente superiores en todos los aspectos, desde provisiones hasta adiestramiento militar.
Y bueno, así fue que una vez que le dieron alcance lo cortaron en infinidad de pedacitos que mandaron a los cuatro rumbos del virreinato, para así acobardar a estos salvajes que solo quieren estar al pedo.
Pero las cosas no fueron tan negativas para siempre , porque en la universidad de Chuquisaca, Bolivia, surgió un polo subversivo, “
causa del exceso de pensamiento”, que fue ganando adeptos hasta llegar a la creación de un incipiente movimiento independentista, que añoraba la gloria de aquel antiguo protoperonismo.

Y no hay que confundir, los integrantes del movimiento, con algunas excepciones, provenían de los viejos habitantes de estas tierras, los negros, y los hijos de las mujeres violadas por los milicos (que siempre estuvieron con la gente bien), me refiero a los mestizos.
Monteagudo, un hombre que sufría desviaciones a causa de aquel exceso, supo expresar y sentar las bases para el comienzo del resurgimiento.
Y siempre aparece otro pero, y me refiero a un ala de movimiento, minoritaria ella, y compuesta por hijos de españoles sin mestizaje alguno, que vieron en esta movida una buena oportunidad para incrementar el patrimonio. Y estaban liderados por
Cornelio Judas Saavedra y clérigos de alto rango. Aquel hombre, como hiciera posteriormente un funcionario de apellido capicúa, se presentaba como el más ferviente paladín, mientras por atrás, hacía uso de la voluntad franca del pueblo movilizado, para favorecer oscuros negociados que eran a fin de cuentas su único cometido.
La cuestión es que se empezaron a hacer cada vez más evidentes las intenciones gorilisticas, de modo que de la mano del señor
Moreno se pujaba con vehemencia para mover a estos charlatanes.
Aquel Moreno fue envenenado por don Cornelio porque era “confrontativo y poco dialoguista”, de modo que “como franco en España, terminó con la falta de dialogo”.
Bueno, a todo esto apareció un moreno (pero de piel) llamado
José de San Martín, y ese si que la tenia clara. Hizo que todos se pusieran las pilas y armo el cuerpo de granaderos, que viajo a Rosario y cuando diviso a los giles del imperio, les pegó un palizón que se recuerda hoy como el primer triunfo patriota de la gesta sanmartiniana.
A partir de ahí se embaló de tal modo, que hasta que hasta no vencer en todas las batallas y
luego arreglar en Guayaquil la segura victoria de la unión militar latinoamericana, no se detuvo. Y con todo asegurado, sin ninguna ambición de poder por el poder mismo, se tomo el palo.
Pasan un montón de cosas mas, y ya independientes aparece el señor
Bernardino Rivadavia que como buen oligarca unitario, creo toda una escuela, basada en negar a la masa popular y en copiar idénticamente, sin una idea nueva, todo lo que fuera europeo; eran los señores afrancesados de la primera hora, que se cansaban de gritar ¡En un país en serio no pasan estas cosas, porque en Inglaterra cuando un cabecita negra anda vagueando por ahí, se lo mete en-la-car-cel!
Pero como el presidente homónimo del sillón, se basaba en una constitución que no legitimaba nadie más que él, pronto saco boleto en el antiquísimo helicóptero de la casa de gobierno (en aquel tiempo, ultimo modelo).
Y aquí comienza la época mas dura de la famosa lucha entre
unitarios y federales.

Y a diferencia de hoy, los federales de aquella época eran lo mas cercano al peronista genuino, vinero y choripanero. Y su figura legendaria era el gran
Facundo, que era algo así como el D´elía de los llanos, amado por los gauchos y los pueblerinos, y odiado por “la puta oligarquía”, como gustaba exclamar el tigre riojano. Y lo aborrecían porque veían en su persona la encarnación de la barbarie frente a la civilidad de la gente de Palermo, o los estancieros que noblemente intentaban
evitar el extravío de los peones rurales, que temían se confundieran en la elección del líder a seguir.
A Quiroga lo mataron, pero igualmente la negrada pudo mantener la frente en alto, hasta la inevitable traición de la caballería entrerriana en la
batalla de Pavón.
Y claro, la confederación Derquista (con marcada peroneidad en su concepción), no había advertido la antinomia que se presentaba en el jefe de aquel cuerpo,
General Justo José de Urquiza.
El hombre era estanciero (el mas grande del país), y a la vez luchaba contra el oligárquico gobierno bonaerense del “liberal nacionalista”
Bartolomé Mitre (fundador del matutino
La Nación). Todo iba a terminar como se supone, se aliaron e hicieron unos planes a futuro para frotarse las manos.
Ahora llega otra época oscura de dominio conservador, y es la famosa Argentina neocolonial del modelo agroexportador, que extermina a los habitantes de la Patagonia y manda a morir en la guerra del Paraguay a los gauchos derrotados por la oligarquía post pacto Urquiza-Mitre (Recordemos que los tiran muertos al río para que se dispersen epidemias sobre las provincias opositoras); mientras tanto funde la industria nacional siempre embrionaria, y realiza la transfusión de sangre sarmientina, articulando el fortalecimiento de la inmigración europea con el exterminio sistemático de gauchos e indios (padres y abuelos de los que llenaban la plaza con Perón en el balcón).
Este modelo se mantiene sin problemas hasta la aparición del caudillo
Hipólito Yrigoyen, que viene a quebrar años de “pax estanciera”. Pero sin embargo no es posible denominarlo peronista. Y eso por una cosa muy básica, me refiero al pueblo de la unión cívica radical.
Se trataba de gente con posturas de tinte europeo, traídas por las masas inmigrantes del periodo “civilizador”. Su postura social era mas que interesante y muy positiva, pero tenia muy poco de nacional y popular, puesto que lo primero era mas bien internacional.

La masa inmigrante, además se iba por izquierda (a la europea), como los socialistas, anarquistas, comunistas y otras tendencias que nunca terminan de comprender y sintetizar a la masa argentina en su totalidad, y eso porque el origen de sus escuelas no era argentino.
A Yrigoyen lo tumban ya incompetente en su senilidad, viene la “
década infame”, con su nefasta política entreguista al servicio de la oligarquía, y al fin aparece un secretario de trabajo y previsión que cambiara la historia. Representara fielmente a las masas nacionales, vapuleadas por cientos de años, y hará renacer el espíritu de los de la sangre americana, de Tupac Amaru, de Mariano Moreno, de San Martín, y del orgulloso gaucho federal previo al derrotado del
Martín Fierro. Esta vez la síntesis lograda seria la definitiva identidad del pueblo, y todo a partir del hombre al cual glorificarán las razas mixtas de la patria en todos los años venideros.
Pero aquí termina la prehistoria del peronismo, que era lo que brevisimamente intentaba reflejar en este texto.