lunes, 25 de mayo de 2009

El fin del fin de la historia


El panorama de crisis de mundo actual no es como alguien podría pensar, una oportunidad de independencia y de avanzar frente al imperialismo neocolonial. Es todo lo contrario, pues significa que los grandes capitales, con sus estados como herramientas, se ponen en posición ofensiva para tomar de manos de quienes no tienen lo básico para vivir, lo que ellos estiman que les corresponde.

Ante tal situación, no queda para nosotros más que planear la estrategia para soportar los embates. Para tal cosa solo nos puede preparar una conciencia previa de la situación.

Estamos en la época en que los países del centro comienzan a ajustar, se despiertan del dulce sueño neoliberal, en el cual sin ningún empeño racional solo era necesario dejarse llevar por el impulso de la mano invisible, y se disponen al esfuerzo de tomar lo que pretenden suyo.

El nefasto gobierno de Bush hijo es el paradigma de lo poco que se exigía de un mandatario a esa escala; total ya no había enemigos de peso y ya era la hora de dormir en los laureles. El estado solo veía como se daba la selección natural y debía colaborar en la eficiencia y el progreso de los peces gordos que sobraban de confianza y se dejaban llevar por la corriente con la fe de la providencia que los iluminaba. Si, así de ingenuos pueden ser, y eso porque no son dioses ni cerca, no son mas que seres humanos como nosotros y como el almacenero de la esquina, y la única diferencia que tienen respecto a cualquiera es o bien una gran herencia, o bien, un despiadado afán de lucro que se ubica como la finalidad mas alta de sus vidas, aun a costa de las de los otros, o sea su virtud está, o en la fortuna de nacer en cuna de oro, o en el egoísmo llevado a ultranza para acaparar todo lo posible.

Claro que la providencia no ama a nadie, y quien confía ciegamente en las leyes de la naturaleza, igualmente choca ciegamente con el primer peñasco.
Ahora entonces, se dicen en crisis, cuando en realidad si es por dinero, cualquiera esta mas en crisis que esos macromillonarios, que aun en la peor situación que imaginen están infinitamente por encima de cualquiera.

Y si hay gente arruinada por esto además del pueblo, son los gerentes, esos son los genios de los que hablaban las revistas financieras, pero cuidado que esos son nada mas que mercenarios del capitalismo y no propietarios, por lo tanto ellos si caen, pero los dueños quedan en pie, retiran fondos y al mismo tiempo piden subvenciones queriendo ser ellos los que dan lastima a los pobres, y así se sacan de los fondos públicos del estado los dinerillos que esta pobre gente necesita para seguir viviendo.

Entonces, la oportunidad no esta ahora en lo propicio del contexto, sino en el desafío que se nos propone, que de ser resistido por buena parte de la America revelada, daría lugar a un suceso único en la historia de los países neocoloniales.

Nunca se dio el caso de una resistencia ante una tal embestida general (exceptuando el caso cubano claro).
Yo creo que el panorama interno de unidad latinoamericana hace pensar en una exitosa resistencia; ya veremos lo que suceda, sería el hecho mas glorioso dado en estas tierras desde las batallas de San Martín y Bolívar.


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Nuestra oportunidad histórica

Se ve llegando al fin el hecho sin precedentes de la independencia latinoamericana, pues al fin seremos dueños de nuestra propia secundariedad, curados ante el tiempo próximo de toda afección aquileica y una hibris en las entrañas capaz de lograr en la humanidad un renacer sin precedentes que se hace necesario con urgencia ante el hedor de la podredumbre del geriátrico europeo donde los siglos de vanguardia han llegado manifiestamente a su fin. Ante la filosofía senil de la decadente civilización occidental se levanta el espíritu plenamente subjetivo y carnal de las tierras del sur. Miren la fortaleza de nuestros lazos interpersonales, observen el amor que aquí se profesa; No hay como aquí; Gentes hermosas, llenas de esperanzas, que precian sus vidas al punto de no comprender cosas del tipo “somos la nada en el mundo”, “nada tiene sentido”, pues aquí la salud y la juventud rebasan el alma. No tenemos aquí altísimos índices de suicidios, tenemos nuestra gente a la que amamos, y solo por ellos tiene sentido apagar nuestras vidas; Su individualismo, su sociedad disociada, fácilmente sucumbirá a la primera de nuestras embestidas, y hasta nos lo agradecerán.