sábado, 16 de enero de 2010

Otro caballito de Troya

Otro caballito de Troya, y siempre vienen igual.
Llegan siempre de la misma manera, primero el gobierno los acoge por ser amplio y transversal, y después se los tiene que comer por disentir con ellos en cuestiones básicas.
Y lamentablemente es así, y lo mismo le paso a Perón.
Esta gente entra en el cuerpo fuerte y vital del movimiento en el auge de este, pero cuando las cosas se hacen un poco difíciles y es necesaria la unidad para enfrentar al que no cesa en sus ofensas, ahí es que se despiertan y comienzan a funcionar carcomiendo desde las entrañas mismas al portador.
Es como sucede en la medicina con los virus que se mantienen latentes durante años, y cuando contrae un día una enfermedad aparentemente inofensiva se despiertan inesperadamente sorprendiendo al pobre hombre.
Ya tenemos a dos de estos huéspedes, y son terriblemente peligrosos, porque aun sin margen de acción alguno, traban y amenazan ante cualquier acción constructiva.
Qué hacer, y bueno, hay que saber bien esto que sucede con la transversalidad. Y no digo no ser más transversales, sino que cuando se es una cosa se es eso mismo, y cuando se es la otra se es la otra. Cuando se dejo de ser lo que se era, inmediatamente deberían haberse echado a estos personajes, de los cuales, si observamos bien quedan varios en estado latente.
¿Cual?
Digamelo usted.....

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Nuestra oportunidad histórica

Se ve llegando al fin el hecho sin precedentes de la independencia latinoamericana, pues al fin seremos dueños de nuestra propia secundariedad, curados ante el tiempo próximo de toda afección aquileica y una hibris en las entrañas capaz de lograr en la humanidad un renacer sin precedentes que se hace necesario con urgencia ante el hedor de la podredumbre del geriátrico europeo donde los siglos de vanguardia han llegado manifiestamente a su fin. Ante la filosofía senil de la decadente civilización occidental se levanta el espíritu plenamente subjetivo y carnal de las tierras del sur. Miren la fortaleza de nuestros lazos interpersonales, observen el amor que aquí se profesa; No hay como aquí; Gentes hermosas, llenas de esperanzas, que precian sus vidas al punto de no comprender cosas del tipo “somos la nada en el mundo”, “nada tiene sentido”, pues aquí la salud y la juventud rebasan el alma. No tenemos aquí altísimos índices de suicidios, tenemos nuestra gente a la que amamos, y solo por ellos tiene sentido apagar nuestras vidas; Su individualismo, su sociedad disociada, fácilmente sucumbirá a la primera de nuestras embestidas, y hasta nos lo agradecerán.