jueves, 3 de julio de 2014

Argentina y Suiza

Si usted que denigra a su país cada vez que habla, se quiere ir a Suiza, y en Suiza lo discriminan, el que empezó fue usted discriminando a su nación, o sea a sí mismo. No puede pretender otra cosa de los suizos.
Mientras nos discriminemos a nosotros mismos, no solo se nos va a complicar construir nuestro país, también nos condenamos a la mediocridad a nosotros mismos y a nuestros compatriotas.

Los decentes suizos seguirán recibiendo la plata aprovechando la complicidad de toda la corrupción y el narcotráfico mundial es sus paraísos fiscales anónimos y mantendrán impecables sus jardines. Votaran por la xenofobia en sus referendums, y nosotros los recibiremos con los brazos abiertos como a todo el mundo como durante toda nuestra historia. Nosotros los alabaremos como la buena gente y criticaremos a nuestros vecinos. Los apañaremos y pasaremos por alto sus ofensas y seremos lapidarios con los nuestros.

Nuestra gente es la mas talentosa del mundo y la mas solidaria, hay problemas, pero muy solucionables. Quien ejerza su desesperanza se condena y nos condena. Con alegría y optimismo estaremos cada vez mas cerca del país que soñamos acá, en esta tierra y con estos hermanos.

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Nuestra oportunidad histórica

Se ve llegando al fin el hecho sin precedentes de la independencia latinoamericana, pues al fin seremos dueños de nuestra propia secundariedad, curados ante el tiempo próximo de toda afección aquileica y una hibris en las entrañas capaz de lograr en la humanidad un renacer sin precedentes que se hace necesario con urgencia ante el hedor de la podredumbre del geriátrico europeo donde los siglos de vanguardia han llegado manifiestamente a su fin. Ante la filosofía senil de la decadente civilización occidental se levanta el espíritu plenamente subjetivo y carnal de las tierras del sur. Miren la fortaleza de nuestros lazos interpersonales, observen el amor que aquí se profesa; No hay como aquí; Gentes hermosas, llenas de esperanzas, que precian sus vidas al punto de no comprender cosas del tipo “somos la nada en el mundo”, “nada tiene sentido”, pues aquí la salud y la juventud rebasan el alma. No tenemos aquí altísimos índices de suicidios, tenemos nuestra gente a la que amamos, y solo por ellos tiene sentido apagar nuestras vidas; Su individualismo, su sociedad disociada, fácilmente sucumbirá a la primera de nuestras embestidas, y hasta nos lo agradecerán.